por explorer » 2011-08-26 21:46 @948
Es obvio que el cuello de botella son los 50 minutos que tarda el profesor en capturar esos datos.
Ahí es donde hay que mejorar la aplicación. O quizás no sea problema de la aplicación, sino que hay una causa ajena a ella.
Hace años, en un colegio, el director instaló un sistema de control de presencia, por el que los padres podían saber si sus hijos asistían a clase o no, consultando la página web del colegio. El software estaba preparado (era una herramienta prefabricada de gestión de colegios, clases, alumnos, cursos, deberes, calendario, etc.) Quienes no estaban preparados eran algunos profesores.
Anteriormente, los profesores pasaban la lista en la clase, para comprobar si algún alumno faltaba, y en ese caso, apuntar en la hoja de incidencias. Esas hojas, diariamente, las recogía el bedel al final de la jornada y las entregaba en secretaría, que, una vez a la semana, rellenaba unos libros con los nombres de los alumnos y las veces que no asistían a clase.
Vamos, todo muy "manual".
El problema era que los profesores, con la nueva aplicación, debían actualizar los datos, en el ordenador de profesores, cada día. Debían hacerlo ellos mismos, y solo había un ordenador para todos los profesores. Vamos, el fracaso estaba asegurado. De sobra es conocido el comportamiento de algunos usuarios, cuando se les dice que deben cambiar sus costumbres. Para esta gente, cualquier dificultad representa la excusa perfecta para desistir, y arrastrar a los demás en su propia podredumbre.
Al final, los profesores siguieron rellenando a mano las hojas de incidencias, y era en secretaría donde metían los datos en la aplicación. Los padres tenían la información de sus hijos, pero con bastante retraso.
El colegio tuvo suerte, porque con la ayuda de la administración regional, se dispuso de agendas electrónicas para los profesores, donde podían reportar de las faltas de clase, consultar y modificar la agenda, anotar incidencias, organizar las reuniones de los profesores, etc. La sincronización con el ordenador era mucho más rápida. Pero esta solución fue carísima (bueno, no importa: lo pagan los ciudadanos con sus impuestos). Muchos profesores se apuntaron de buena gana, al ver que esta solución sí les ahorra tiempo de forma radical.
Hoy en día, hay ordenadores en las aulas, y la gestión de las faltas de clase se realiza en el momento, pues el profesor tiene la lista de alumnos en la pantalla de su ordenador, y si uno de ellos no está, lo anota con un simple clic.
El director ya está pensando en el futuro, cuando todos los puestos de los alumnos estén equipados con un ordenador, y sea el propio ordenador el que diga si está o no el alumno (bueno, tan sencillo como ver si el ordenador está encendido o no y si ha arrancado ciertas aplicaciones y qué actividad de CPU, disco y red está haciendo).
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